robo
El arte del robo,
como todo arte, requiere de técnica, habilidad, creatividad y, por sobre todas
las cosas, alguien que lo aprecie. Sin esa persona que pueda validar el
accionar, que valore el método y que reconozca la valentía, el robo no tendría
sentido, se convertiría en un simple hurto y perdería toda su magia.
La música aturde,
pero no la percibo, estoy en otro lado, no sé en dónde. Más adelante me dirán
que se me nota la cara cuando estoy planeando una maldad, aunque yo no me dé
cuenta. Era de madrugada y puedo decir que tenía los sentidos y las ideas
alteradas, aunque yo me haya creído completamente cuerdo y lúcido, listo para
completar mi plan.
Robar una botella
de vodka, no robar una botella de vodka, escapar victorioso, ser capturado, ser
el héroe de la noche, ser el boludo de la noche, mi cabeza se debatía entre
estos dos futuros. No cometer el acto iba perdiendo fuerza en mi mente, la
gloria nunca se presentaba en forma tan accesible, hubiese sido un pecado no
hacerlo, dios no me lo hubiera perdonado.
Inexplicable es
la sensación previa al robo. Nervios, ansiedad, emoción, miedo, todo se cruza
en los segundos previos. Recomiendo realizar un robo al año para no perder la
practica ni el recuerdo, de otra forma la conciencia y el miedo inundaran nuestra
mente provocando una parálisis que durara toda la vida.
Recomiendo tener
un amigo tonto e infantil que nos llene de valor e inconsciencia para cometer
nuestro delito, más de un compañero de este tipo puede ser peligroso, podríamos
hacernos adictos a la práctica, que funciona como una droga, y perder noción
del riesgo.
Después de estas
aclaraciones necesarias, les cuento que tras unos eternos minutos de una agonía
absurda y debate acalorado conmigo mismo, deteniendo todo pensamiento racional
y recurriendo al más primitivo instinto, tome la botella de la barra y escape victoriosamente.
Comentarios
Publicar un comentario